Terapia Gestalt: el arte de cerrar ciclos.
Modelo: Carlota Wetzel. Foto: Marc Wetzel.
Guía & Ocio Lleida, abril de 2005.
Sanación.
Terapia Gestalt: el arte de cerrar ciclos.
Muchos tenemos ciclos de nuestra vida que no sabemos cómo concluir. Sucesos traumáticos de nuestra niñez, ciertas dinámicas familiares, carencias o excesos en nuestra crianza, abusos, pérdidas, etcétera, pueden provocarnos en el futuro compulsiones, adicciones y depresión. La Gestalt nos invita a tomar conciencia de nuestros patrones, del personaje que nos hemos creado, y nos ayuda a cerrar ciclos de una forma adecuada. Estamos delante de un escaparate y vemos algo que nos gusta. ¿Qué pasa cuando centramos nuestra atención en ese objeto? Lo vemos, lo apreciamos en primer plano, pero detrás hay un fondo, un contexto de miles de cosas que pueden estar allí o estar sucediendo: hay muchos objetos más en el escaparate, hay gente dentro de la tienda, gente que pasa al lado, un autobús que se detiene en la parada, dos hombres que charlan en una esquina… Del fondo, o del contexto, ha saltado una forma que acapara nuestra atención y que está en primer plano.
La terapia Gestalt se basa en esta noción de fondo y forma para explicar cómo satisfacemos nuestras necesidades. Por ejemplo, una persona tiene sed. Esa es la forma: una necesidad que ha saltado a primer plano de entre el fondo. Es urgente mitigar la sed, que ha surgido como una manifestación física. Inmediatamente, la persona toma conciencia: «tengo sed». Se activa, se mueve para conseguir agua. Finalmente la consigue, bebe y sacia la necesidad. El ciclo o «forma» de la sed se ha cerrado. Esto es muy ilustrativo de esta terapia. Gestalt quiere decir «forma o configuración», y su objetivo es ayudar a las personas a cerrar ciclos. Pero a veces los ciclos inconclusos no son tan fáciles de cerrar como por ejemplo de la sed: hay ciclos de vida que no se han podido cerrar, quizá porque éramos niños y no sabíamos cómo hacerlo. Las dificultades experimentadas en la infancia y la manera como se han encarado pueden hacer que la persona sienta un vacío interior que no sabe cómo llenar. Entonces comienzan las compulsiones, las adicciones, o se va hacia la depresión… los síntomas pueden ser muchos. ¿Cómo cerrar este ciclo?
Una terapia experiencial.
En terapia Gestalt, el paciente no se limita a hablar sobre lo que le pasa. El terapeuta invita al paciente, primero, a llevar su atención al aquí y ahora, a sus sensaciones, al cuerpo, a los gestos. A partir de allí, puede proponerle una serie de recursos para darle voz a una sensación: «siento una opresión en el pecho», dice el paciente. El terapeuta le propone visualizar qué es lo que le oprime. Por ejemplo, puede ser una roca enorme. El paciente puede ponerle voz a esa roca. Si tuviera voz ¿qué diría? Así pues, durante una sesión de Gestalt, que es una terapia experiencial, se invita al paciente a vivir dicha experiencia, no sólo a hablar sobre ella. Porque hablando se hace discursos, ideología sobre lo que está pasando y aunque las palabras son imprescindibles para integrar lo que vivimos, hay que cuidar que no nos desvíen de lo esencial. Por tanto el terapeuta también pone atención a cómo el paciente vive la experiencia. En Gestalt se dice que las personas adoptamos posiciones para afrontar las distintas situaciones de vida, pero muchas veces estas posiciones son «falsificaciones» de lo que realmente somos. Nos hemos construido un personaje que afronta una situación desde una posición justiciera, dictatorial, reclamadora, agresiva, invasora, víctima… Pero ¿realmente somos así, o es que nos «conviene» ser así? En este sentido, la Gestalt invita a la persona a tomar conciencia de estos patrones y a descubrir todos sus registros, porque una vez reconocidos, todos los registros se convierten en recursos.
Recursos de la Terapia.
Imaginemos el caso de un paciente que aún experimenta fuertes emociones respecto a viejas escenas de niño relacionadas con sus padres. El «problema» es que sus padres ya murieron… ¿Cómo se cierra ese ciclo? A veces es tan sencillo como invitar al paciente a decir todo lo que lleva reprimido durante años (por eso siente una opresión en el pecho).
Para ello, la Gestalt se vale de numerosos recursos, todos ellos extremadamente creativos: técnicas psicodramáticas o expresivas, visualizaciones, fantasías dirigidas, o la técnica de la silla caliente y la silla vacía, entre muchas otras.
Así, el paciente puede sentarse en la silla caliente y colocar a su padre en la silla vacía. Es el momento de decirle todo lo que no ha podido expresar. El paciente se desahoga… y luego pasa a la silla vacía, tomando el lugar de su padre.
¿Qué le diría su padre? ¿Qué le pasaba realmente? Quizá no se pueda resolver en una sola sesión, pero el paciente habrá podido darse cuenta de aspectos nuevos y aligerar su peso. Es en este momento cuando la forma pierde energía y, poco a poco, pasa al fondo; entonces, el ciclo se ha cerrado.
Texto: Joan Garriga (director Instituto Gestalt Barcelona).
Terapias, cursos y formación en Lleida: Coaching Lleida i Isuri Gestalt Lleida. Chus Borrell Feliu.
Publicado en la revista Guía & Ocio Lleida. Abril de 2005. Número 39. Páginas 128‑129.